04 noviembre, 2007

En la brisa.


Por la playa te vi detenerte un instante antes del atardecer. Caminabas descalza por la arena, atenta a los embudos que zumbaban las olas. Sostenida en el aire ante el horizonte, te vi parar y cruzar tus brazos sobre tus hombros, esperando que todos esos colores te abrazaran de pronto. Te vi pedir, con los ojos cerrados e inspirando la brisa, pidiendo que el cielo expandiera su color momentáneo a los cerros de Valparaíso. El mar pasó a un segundo plano y un manto reventó como una ola sobre el cielo. Su cresta dibujó una linea de lava en los perfiles de las cimas distantes. Por un momento todo enmudeció. Las olas contuvieron sus vacíos y el agua desistió de explotar. ¿Una bengala? ¿Un latido? Te vi soltar el halo y abrir los ojos. Vi el color del cielo, brotar como poros adolescentes en los rostros de los cerros. Vi los caminos entrelazados por puntos imaginarios, siendo subidos y bajados. Y a ti, siguiendo el horizonte, hacia el sur, donde la tierra desemboca en bahía puerto.

1 comentario:

Romina Forno dijo...

El rojo vivo que se expandía por todo el poblado, cubriéndolos, dejándolos sin otra oportunidad para ser ellos mismos, excepto el mirar cómo todos sus verdes ya no eran verdes, sus azules se enamoraban de los incipientes conquistadores furiosos y ya sólamente quedaba una instancia para autocontemplarse y ese todo era hermoso.

Besos Miguel.

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